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Recesión ¿Y después?

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Informe de Coyuntura: Mayo 2024

Luego de seis meses de gestión del presidente Milei, dos aspectos que caracterizaron al funcionamiento de la economía (aunque no los únicos) estarían atravesando un punto de inflexión. Por un lado, la actividad económica habría tocado fondo en algún momento entre marzo y abril. Por el otro, la inflación volvió a registros de un dígito en su comparación mensual tras el shock de los primeros meses. Mientras tanto, el modelo económico sigue en su fase experimental de implementación/transición, aunque se ha topado con algunos de sus límites «esperables» que obligaron al gobierno a recalcular su estrategia a futuro, y que iremos mencionando a lo largo del informe.​


Si bien son destacables algunos avances en ciertos rubros macroeconómicos, y reconociendo el rasgo ambicioso de algunas de las propuestas, tanto las que están en marcha como algunas en agenda, es necesario remarcar que el plan económico todavía carece de viabilidad técnica como política, y arroja sombras sobre la sostenibilidad del mismo a mediano y largo plazo. Sus tres principales pilares jurídicos fundamentales (el DNU 70/23, la Ley Bases y el paquete fiscal) tienen un rumbo pero aún no han avanzado de manera significativa en el Congreso. La convivencia institucional con el resto de las fuerzas políticas no ha sido propicia para avanzar en algunos objetivos claros perseguidos por el gobierno, a lo que se suma el desarrollo de la política exterior que presenta áreas con deficiencias notorias.
Concretamente en lo económico, no hay un rumbo claro y plazos concretos para levantar el cepo, mucho menos, ir a una dolarización o más probable competencia de monedas, otra de las grandes promesas de campaña. Se avanzó en el mejoramiento del balance del BCRA y se logró acumular reservas, dos prerrequisitos anunciados por el gobierno. La liberalización de los precios tuvo que ser temporalmente pausada o revertida, como es el caso de las tarifas (servicios públicos, prepagas), para evitar que el sendero por el cual se desacelera la inflación no encuentre obvias resistencias.


Por último, el gran ajuste por el cual se pretende lograr consistencia fiscal, apelando a la doble estrategia de licuar el gasto y demorar pagos (y no poder bajar impuestos debido a la caída en la recaudación), comienza a mostrar algunas luces amarillas conforme el IPC se está normalizando, disminuyendo las revoluciones de la licuadora, mientras que algunas partidas del presupuesto no pueden evitarse más y deben ser pagadas (transferencias a provincias, por ejemplo). A futuro, el sostenimiento del superávit fiscal dependerá de la capacidad del gobierno para controlar el gasto y aumentar los ingresos sin sacrificar el crecimiento económico, y en última instancia, el bienestar de la población. Las políticas de ajuste en obra pública, transferencias a provincias y jubilaciones han contribuido a este superávit, pero su prolongación permanente podría tener consecuencias de todo tipo, empezando por las políticas, lo que se traduce en gobernabilidad. Y lograr gobernabilidad es fundamental para cambiar el país en pocos meses como lo pretende el presidente.


Mayo también fue una muestra gratis de los problemas reales que forman parte de la cotidianeidad argentina pero no de la agenda oficial: paros nacionales y movilizaciones sectoriales, conflictos provinciales, problemas energéticos, “nerviosismo financiero” y una mini corrida cambiaria, crisis políticas y recambios de gabinete, crisis diplomáticas, en un mundo cada vez más complejo y con riesgos globales crecientes; y hasta eventos climáticos, cada vez más potenciados por el calentamiento global (que el presidente insiste en negar) son un problema para el país: desde las lluvias e inundaciones de los meses previos al adelantamiento del “invierno” actual que estuvo detrás del “gas-gate”.

Informe completo: